CRIANZA RESPETUOSA

Respeto mutuo



Mi labor principal a la hora de acompañar a los niños y las niñas es observar qué necesitan; cuidar estas necesidades y mimar el ambiente en el que se desarrollan. De este modo (al igual que cuando cuidamos una planta debemos ver cuánta agua necesita o cuánta luz o calor) confío en que alcanzarán su máximo potencial. En un ambiente de respeto mutuo, donde haya unas normas y unos límites y un adulto que aporte ejemplo, los niños y niñas adquirirán las habilidades socio emocionales necesarias para la vida. Aprenderán a convivir y crecerán en un entorno saludable de libertad y límites.

Paralelamente es importante trabajar un vínculo de apego seguro con los niños y las niñas. La persona que los acompañe debe adoptar una postura de escucha, permaneciendo a su altura, tratando de percibir lo que quieren expresar en cada momento; con una actitud de cercanía, amor, empatía y respeto hacia el niño. Esto permitirá que el infante nos vea como una persona de confianza aportándole una seguridad física y emocional. De este modo, el niño tiene la posibilidad de explorar su entorno, jugar libremente, expresar su creatividad, dar rienda suelta a su imaginación. Permitiéndole así un pleno desarrollo a nivel afectivo, físico, social e intelectual.

Los pequeños necesitan mucho cariño, mucho contacto físico, comparto la teoría del apego, siendo el pediatra Carlos González uno de mis referentes.

Comparto también la idea del libre movimiento de Emmi Pikler. El movimiento libre basado en la actividad autónoma favorece en el niño el descubrimiento de sus propias capacidades, la utilización de sus propias adquisiciones, y el aprendizaje a partir de sus propios fracasos y logros.





El niño es el protagonista de su desarrollo integral, como madre de día acompaño a los pequeños con un trato personalizado teniendo en cuenta sus intereses y preferencias.

A la hora de acompañar a los pequeños es necesario adoptar una actitud tranquila y paciente, el ritmo de los niños no es igual que el de los adultos. En la Madeja de Leo nos tomamos el tiempo necesario para cambiar un pañal, para lavarnos las manos, para tomar el almuerzo, respetando los tiempos de cada individuo.

El foco está en el adulto, los niños nos observan todo el día y nos imitan. Somos nosotros los que les transmitimos a los niños y niñas las habilidades socio-emocionales para su vida.

"Uno de los grandes regalos que podemos hacer a nuestros hijos es ofrecerles abundantes experiencias de contacto con la naturaleza, con los animales, las plantas, el agua, el barro" Tamara Chubarovsky. 
El contacto con la naturaleza es muy importante, que los niños experimenten las estaciones de manera vivencial, por eso saldremos al aire libre siempre que sea posible (si sólo hace un poquito de frío nos abrigamos y a correr).


En la Madeja de Leo tenemos muy pocas normas y muy sencillas que nos permiten llevar a cabo una convivencia pacífica y tranquila: el respeto a uno mismo, a los demás y al entorno y mantener el orden en el espacio. 

La resolución de conflictos se realizará a través del diálogo, del juego, intentando que los pequeños establezcan acuerdos (cambios, turnos, alternativas), fomentando la colaboración y la empatía. No aplicaremos castigos ni recompensas.

La Disciplina Positiva es el eje vertebral del acompañamiento en La Madeja de Leo.


Mis referentes: Disciplina Positiva, Carlos González, Emmi Pikler, Montessori, pedagogía Waldorf, Tamara Chubarovsky, Aletha Solter,... y mi mejor maestro: mi hijo.